Desayuno en la ciudad
Un croissant crujiente recién salido del horno, con sus capas doradas que atrapan el calor, se desmorona suavemente al primer mordisco. El aroma del café recién hecho llena el aire, invitando a tomarse una pausa antes de que el ritmo acelerado de la ciudad se apodere del día. Es un momento íntimo, casi detenido en el tiempo, donde los sabores y la luz se entrelazan.